A continuación adjunto unos breves consejos que he escrito para la revista «Eres de Castro»:
El estado de alarma, con el aislamiento que implica puede deteriorar nuestro equilibrio emocional, y más si tenemos niños/as en casa. Llevar el día a día dentro de la casa sin poder salir puede resultar complicado a nivel emocional. A continuación expongo tres claves para poder llevar con más calma esta situación:
Procurar en la medida de lo posible dejar de seguir el mismo patrón de estrés al que venimos siendo sometidos/as. La presión de realizar a la perfección todas y cada una de las tareas que figuran en las plataformas educativas digitales y que nos envían desde el colegio a veces puede causar un estrés añadido a esta situación que ya de por sí tienes sus dificultades y que es nueva para todos/as. Procurar bajar el nivel de exigencia que a veces nos autoimponemos y entender que lo importante es que los/as niños/as no pierdan el ritmo de estudio y continúen con el hábito de hacer las tareas escolares cada día. Esto también es conveniente hacérselo entender a ellos/as.
Dejar que los/as menores desarrollen su imaginación y creatividad. Los/as niños/as no necesitan constantemente adultos/as que les entretengan (a veces los/as adultos/as nos autoimponemos esta responsabilidad). Es nuestra labor dejarles espacios libres en los que desarrollen su imaginación y creatividad, que aprendan a divertirse solos/as. También está bien que a ratos puedan aprender a tolerar la frustración que a muchos les genera el aburrimiento. Tanto las personas adultas como los/as niños/as necesitamos tiempos compartidos y tiempos en soledad.
Crear un espacio de calma. Establecer un espacio dentro del hogar donde poder acudir a relajarse, un lugar para incorporar la calma en lo cotidiano. Se puede acudir solo/a o en compañía a vivenciar momentos de silencio compartido. Basta con elegir un rincón de la casa donde poner unos cojines, una caja o mesilla con algún objeto que inspire o favorezca la relajación: un bote de la calma, imágenes o fotografías que inspiren relajación, algún dispositivo reproductor donde poner música relajante, una manta de tacto suave…. Este espacio no hay que emplearlo solo cuando se está nervioso, sino cada día; convertirlo en una rutina. De esta forma se podrá disponer de un recurso interno para encontrar y favorecer la calma en otros momentos cuando todo vuelva a la normalidad.
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