“Creo que voy para atrás, esto yo pensaba que ya lo tenía superado”, he escuchado alguna vez en consulta.
A veces ocurre que a causa de algún acontecimiento (una llamada, una visita inesperada, un recuerdo que aparece fuertemente…) volvemos a revivir un dolor que creíamos ya resuelto. Una herida que vuelve a doler. Y esto no es “ir hacia atrás”. La vida y la sanación no es un camino en línea recta.
El proceso evolutivo no es lineal, nadie lleva un camino recto. El proceso de crecimiento y de sanación es una espiral. Una espiral ascendente. Una espiral que te hace volver a transitar una y otra vez aquello que necesita de tu atención, de tu cuidado. Te hace volver a revisar viejas heridas que creías ya cerradas para volver a mirarlas, cuidarlas y obtener nuevas comprensiones.
Como una escalera de caracol, por la que vamos ascendiendo, observando el centro, observando viejas heridas nucleares. Subiendo escalones y posicionándonos en una visión más elevada, más luminosa.
Observando viejas heridas que probablemente se despiertan para invitarnos a obtener nuevas comprensiones y nuevos significados.
Regresamos a lo que creíamos que ya habíamos aprendido para obtener comprensiones más profundas.